En el año 2000 un servidor pasó tres meses en Canadá, viviendo una etapa feliz llena de nuevas amistades, trabajos de escaso glamour pero de los que forjan carácter y absorbiendo todo el inglés que era capaz; tarea ésta a la que contribuyó significativamente mi afición por el cine (y la chica con la que iba al cine, la verdad sea dicha).
Recuerdo que me gustó mucho una película protagonizada por Harrison Ford y Michelle Pfeiffer titulada “What lies beneath”, cuyo título que se tradujo al español como “Lo que la verdad esconde”. Y ese título (no tanto la “movie” en cuestión, aunque ésta también era un thriller dramático, terrorífico y sobrenatural) me da pie para abordar el tema de este post, cual es las situaciones en que una verdad esconde un cúmulo de verdades a medias, de medias verdades y de mentirijillas piadosas, y de fines que justifican los medios.
La actual y rutilante estrella del panorama de la fiscalidad internacional no puede tener un nombre más hispano: Pilar (II), quien nació con la vocación y la firme determinación (entre otros fines igualmente elevados) de enfrentar la competencia fiscal entre países merced a un sistema que permita a todos los Estados (al menos, los pertenecientes a la OCDE) gravar un porcentaje mínimo (15%) de los beneficios que los grupos multinacionales puedan generar dentro de sus fronteras.
¿Cuál es la primera mentira que se oculta tras “la verdad”? Pues que, si bien es cierto que los países que integran la OCDE reconocen los perniciosos efectos (para sus arcas) que resulta de la competencia tributaria entre países, esa “verdad” no es compartida por todos los Estados del mundo, ni mucho menos. Y es que, si extrapolamos al orbe internacional el axioma que en su día sentara don José Ortega y Gasset, cada país es “uno mismo y sus circunstancias”.
En febrero de este año el Gobierno de Arabia Saudí publicó los términos y condiciones bajo los que pretende conceder una exención de impuestos sobre beneficios, durante un nada desdeñable periodo de 30 años, a todos aquellos grupos multinacionales y entidades que trasladen su sede regional al país.
Entiendo que el “efecto llamada” de tan colosal incentivo fiscal podría verse limitado por Pilar II, quien compensaría la ausencia de gravamen sobre beneficios en Arabia Saudí con la imposición del gravamen mínimo sobre los beneficios que los grupos y entidades que trasladen su sede regional a Arabia Saudí generen en el resto de mercados en donde operen. Ahora bien, no falta quien ya haya intentado ahondar en los efectos derivados de la coexistencia / convivencia de ambas normas (Pilar II y exención saudí).
En mi siempre humilde opinión, la respuesta a tan ardua cuestión podría encontrarse “en la letra pequeña” de la normativa reguladora del incentivo, pues tras sus verdades también se ocultan sus “peros”. Y es que, una vez más, el quid de la cuestión lo desvela el sapientísimo e inabarcable refranero cuando afirma que “no es oro todo lo que reluce”.
Así pues, cabría pensar que Pilar II y el incentivo fiscal que ofrece el Gobierno de Arabia Saudí podrían encontrar los siguientes puntos de encuentro:
- Compensación de tipos de gravamen.
Tal y como se indica en la noticia que da pie a este post, la exención se concede únicamente para determinadas actividades económicas; circunstancia que invita a pensar que habrá actividades no susceptibles de caer bajo el paraguas de la exención y, por ende, sujetas a gravamen sobre beneficio; lo que abre la puerta a la posibilidad de que el elenco de actividades sujetas a un gravamen “regular” sea lo suficientemente amplio como para compensar la ausencia de gravamen sobre las actividades exentas.
Por ejemplo, si el tipo de gravamen “regular” correspondiente a las actividades gravadas fuera el 25% y el tipo de gravamen correspondiente a las actividades exentas fuera el 0%, el tipo efectivo de gravamen correspondiente al conjunto de actividades sería del 15%.
- Exclusión de ingresos procedentes de actividades “con sustancia”.
La noticia alude a esta característica como “substance based income exclusion».
Cabe igualmente la posibilidad de que ambos mecanismos encuentren un punto de conciliación a través de la exclusión del ámbito de la exención de las actividades económicas que cuenten con suficiente “sustancia”. Esta norma permitiría, en la práctica, que el “top-up-tax” sobre el que pivota la mecánica liquidatoria del Pillar II sea cero.
Esta parece ser la senda adoptada por la normativa saudí para conciliar los efectos y propósitos de ambas normas pues, tal y como apunta la noticia de repetida alusión, la sede regional debe contar con la suficiente estructura (en términos de activos y recursos humanos) para desempeñar una actividad económica de fuente saudí.
- ¿Compensación de la carga impositiva en lugar de exención?
A pesar de que la noticia aclara que la exención opera mediante la concesión de un tipo de gravamen nulo sobre beneficois, sería deseable leer la ley que establece esta medida y ver, en el plano de la técnica legislativa, tanto el fundamento como la mecánica de aplicación de la medida en cuestión, pues si la normativa realmente concediera un subsidio o una compensación económica equivalente al gravamen sobre beneficios, en lugar de una exención, la convivencia de esta medida con Pilar II podría encontrar más fácil acomodo. Y es que puestos a imaginar verdades a medias y postureos de cara a la galería de la política tributaria internacional, cabe casi de todo. Bajo ese hipotético escenario nuevamente hallaríamos una verdad (cual es la ausencia de presión fiscal sobre beneficios) enmascarada tras una técnica legislativa “peculiar”.
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