La pregunta no es baladí, al ser un sector menos dinamizado y frecuente entre los sospechosos habituales de la inversión inmobiliaria -inversores institucionales y fondos privados-.
Sin embargo, también es difícil mirar a otro lado cuando se hace evidente el actual problema del cambio climático. Para tratar de dar alguna pista de cara al apetito inversor sobre el coloquialmente denominado agrobusiness, se pueden aportar algunos datos interesantes.
En su Radiografía del suelo rústico en España de 2023, Cocampo, plataforma web especializada con anuncios para invertir en fincas rústicas, pone de manifiesto, que el 93,8% de los titulares de explotaciones agrícolas en España son personas físicas y el 6,2% personas jurídicas, lo cual, ligado al progresivo envejecimiento del agricultor tradicional y la fragmentación de fincas entre los futuros jóvenes propietarios, muchos de los cuales que no desean trabajar en el campo, invita a pensar en una necesaria reconversión y concentración del sector.
Asimismo, eventos como la guerra de Ucrania han hecho ver a las autoridades europeas la importancia que tiene la “soberanía agroalimentaria” y la necesidad de implementación de nuevas políticas desde la Política Agrícola Común (PAC) para el incentivo de las prácticas agrícolas en suelo europeo y que, a la vez, sean respetuosas con el clima y el medio ambiente.
Finalmente, el nivel de inversión en general en el sector del Agribusiness ha aumentado exponencialmente en los últimos años, y el número de fondos interesados se ha disparado, atraídos por su escasa volatilidad, recurrencia de los flujos de efectivo y la relativa simplicidad de este tipo de activos, que cubren una necesidad básica de nuestra vida diaria y cuya percepción de importancia entre la sociedad se ha visto acrecentada, si cabe, tras la crisis del Covid-19. En palabras de Regino Coca, fundador de “Cocampo”, “un 40% de los Family Offices contemplan invertir en agricultura y alimentación en los próximos 12 meses”, la cual es también una de las conclusiones del informe Family Office Investment Insights, publicado por Goldman Sachs.
Por tanto, se puede concluir que existe un interés patente y en auge en relación con el Agribusiness. Así lo demuestran el número de operaciones de M&A en el sector agroalimentario español de los últimos años, como la compra de Pastas Gallo y del fabricante de zumos Go Go Fruselva por ProaA Capital, la entrada de la inmobiliaria Azora en la compañía de almendros ISFA o la compra de Planasa por parte de EW Group.
Además, las transacciones de fincas rústicas van cada vez más en aumento: casi 160.000 transacciones durante 2022, donde no sólo los agricultores y ganaderos invertían, sino también los fondos de inversión, donde aparentemente se está encontrando refugio contra el vaivén inflacionario.
El foco de atención ahora está también desplazándose a las vulgarmente denominadas socimis agrícolas, que se vislumbran como uno de los vehículos óptimos para atraer inversión (tanto nacional como extranjera) hacia esta tipología de activos “agro”. Es cierto que, a día de hoy, el cambio regulatorio de este régimen fiscal particular sería necesario para que resultase realmente atractivo, cuestión que se encuentra en fase de estudio.
Por lo que respecta a la tipología más común de operaciones con subyacente agro, en España destacan las compras de superficie agropecuaria para luego arrendar las tierras a un explotador cualificado bajo contratos de arrendamiento a largo plazo, o la introducción de un socio capitalista, “profesionalizado”, que ponga en valor una mejora de la productividad, el incremento de la renta agraria y también la creación de nuevo empleo. Por otro lado, las energías renovables también están tomando mucho partido en la reconversión, combinando el uso agropecuario con la instalación de “granjas fotovoltaicas” o similares tecnologías para la generación de energía renovable.
Con base en el anterior análisis, podemos aseverar que existe un interés internacional palpable y creciente en este mercado, y que España se puede considerar muy bien posicionada, tanto desde el punto de vista del potencial y calidad de producto, como desde la perspectiva de la oportunidad o momentum en el que nos encontramos. Si bien el marco regulatorio todavía no está definido del todo, sí existen estructuras perfectamente viables para canalizar la inversión. También es patente el claro interés de las instituciones para tratar de luchar contra la despoblación de las zonas rurales y lograr el ansiado relevo generacional en un sector primario que es clave en nuestra economía, a la vez que se fomenta el consumo responsable y se trata de reducir el desaprovechamiento en toda la cadena alimentaria, desde la cosecha hasta el consumo en los lineales de los supermercados. Al fin y al cabo, y tal y como recoge muy sabiamente Cocampo en la descripción de su actividad, “Compren tierra, que no se fabrica más.”
Álvaro Gross. Of counsel del Departamento de Inmobiliario de Herbert Smith Freehills.