Manifestar que el abogado in-house es uno de los principales compañeros estratégicos, dentro de una empresa, es una realidad: Es quien mejor conoce su actividad, junto con la propia operativa y las unidades de negocio, quien puede prevenir y detectar los riesgos legales inherentes al mismo y asesorar, en consecuencia, a éste y a los propios órganos de gobierno.
Pero este rol de “business partner”, que ya está completamente asumido y asentado, no se forja a través de asesoramientos legales puntuales a la empresa, por parte del abogado in-house, ni tampoco ejerciendo un papel de mero revisor o tramitador de asuntos legales (por más dedicación que el abogado interno emplee, al respecto, y, ni siquiera, por más perfecta que haya sido labor). La consolidación del abogado interno de empresa, en particular de la dirección legal, como elemento esencial para configurar la estrategia de una compañía y, por ende, para asesorar al órgano de gobierno de esta, se construye levantando la mirada hacia el negocio, teniendo un profundo conocimiento de este, por tanto, de sus necesidades, y siendo capaz de prevenir y detectar los riesgos legales inherentes a la actividad.
El abogado in-house debe emplear su tiempo en conocer profundamente el negocio, ser capaz de anticiparse a sus necesidades, transmitir confianza y colaboración, prevenir riesgos, pero a su vez acompañarle en su desarrollo y, llegados a este punto, asesorar a los órganos de gobierno en su estrategia; de forma que, desde la mejor de las perspectivas, se salvaguarden los interés de la compañía.
Si cualquier director general, CEO o administrador nos preguntara si una empresa, con cierto volumen de negocios, puede tener un abogado in-house para la llevanza y revisión de ciertos temas legales internos y delegar mayoritariamente los temas clave exclusivamente en asesores externos, probablemente le indicaremos, sin titubear, que no está empleando correctamente sus recursos, ni aportando valor a su negocio ni, por supuesto, previniendo riesgos legales; lo que les harían descartar por completo esta segmentación del rol del abogado in-house.
Sin embargo, la aseveración de que el abogado in-house se erige como “business partner” en la empresa, debe ser contextualizada, ya que, especialmente en algunos sectores, aún podemos encontrar desbalanceada la dualidad entre asesoría legal externa e interna. Dualidad erróneamente implementada y mal entendida, que coloca a las empresas ante situaciones de inseguridad. Lo que está haciendo que las compañías, que antes externalizaban completamente sus asuntos legales, inviertan en la contratación de abogados in-house para liderarlos y así comenzar el proceso de transformación legal de las empresas, especialmente de las tradicionales. Por supuesto, estos nuevos departamentos legales internos, para acometer ciertos proyectos, complementarán su labor de liderazgo y llevanza legal estratégica de la compañía con asesores externos, donde su expertise y conocimiento aportarán un valor esencial al propio abogado in-house.
Juega, en este proceso de transformación legal, un rol esencial, el órgano de gobierno, tanto para impulsar la cultura de cumplimiento dentro de la empresa, como para dotar al abogado in-house de la visibilidad necesaria e involucración pertinente.
Actualmente puedo confirmar que la modernización de los sectores tradicionales es un hecho, que reman muy fuerte, y que el futuro, ya más presente que lejano, hará que temas tan claves como la sostenibilidad, especialmente en el sector agroalimentario, marquen y mucho la estrategia del abogado in-house. Posicionando al abogado interno de la empresa, en los sectores cada vez menos tradicionales, como pieza clave para la evolución del negocio.
No obstante, a pesar de todo lo referido, existen retos y desafíos que deben ser tenidos en cuenta, ya que no todas las empresas van a un ritmo similar, ni todos los sectores mantienen la misma evolución. En este sentido, es clave conocer el nivel de madurez de una empresa y establecer objetivos y retos acordes a la realidad. De nada sirve hablar, en un primer momento, de implementar inteligencia artificial o procesos automatizados que sean excesivamente modernos y no se adecúen al estado de desarrollo de una empresa (dicho esto desde una perspectiva legal) en aquellas donde aún sea necesario terminar de consolidar o crear una cultura de cumplimiento y ética, establecer procedimientos internos y mecanismos de prevención realistas y asumibles. Por ello, en el rol del abogado interno entra también otro factor primordial y es la capacidad de adaptación a la realidad, sin caer en el estancamiento.
Los retos a futuro ante los que se enfrenta el abogado in-house y, considero, que será la mayor evolución de los departamentos legales internos, especialmente en los sectores tradicionales, será posicionarse estrechamente junto con departamentos tales como sostenibilidad, cumplimiento normativo y ciberseguridad que irán de la mano de la operativa y de la estrategia de las compañías.