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Mudarse a vivir solo es una de las decisiones más significativas que puede tomar un joven entre los 16 y 18 años, y la emancipación voluntaria es la vía legal para hacerlo de forma autónoma.
Este proceso extingue la patria potestad de los padres, lo que significa que el joven obtiene la capacidad legal de tomar decisiones importantes por si mismo como arrendar una vivienda, firmar contratos y gestionar sus finanzas. Sin embargo, este proceso no es automático y requiere el acuerdo expreso de ambas partes: los padres y el hijo para poder iniciar el trámite ante un juez de familia.
El proceso de emancipación comienza con la presentación de una demanda en la que se deben incluir varios elementos esenciales: los nombres y domicilios de las partes involucradas, los hechos que justifican la solicitud, las pruebas correspondientes y los fundamentos legales que respaldan la petición. Una vez presentada la demanda, el juez de familia procederá a citar a las partes involucradas y, si aprueba la emancipación, dictará una sentencia que debe ser inscrita en el registro civil y protocolizada ante notaría. En ese momento, tanto los padres como el hijo que hizo la petición deben ratificar su acuerdo de manera formal ante un notario público.
Es importante destacar que la emancipación no extingue todas las responsabilidades de los padres. Aunque el joven obtiene autonomía para tomar decisiones legales, los padres siguen siendo responsables de su manutención y educación. Además, la emancipación solo puede solicitarse cuando el joven tiene entre 16 y 18 años, ya que los menores de 16 no tienen esta posibilidad legal.
En algunos casos, esta figura puede ocurrir de manera automática, como cuando el joven se casa, cumple los 18 años o en caso de fallecimiento de los padres. También existe la emancipación judicial, la cual se puede dar en situaciones donde los padres incurren en conductas graves que afecten el bienestar del hijo, como el maltrato o abandono.
Sin embargo, antes de optar por este proceso es fundamental tener en cuenta que la emancipación es un acto irrevocable. Una vez que se lleva a cabo no puede revertirse, por lo que tanto los padres como el hijo deben reflexionar cuidadosamente sobre las implicaciones legales y personales que conlleva vivir solo y asumir una nueva autonomía.
El abogado Elkyn Rodríguez, asociado en Rodríguez Rubio Abogados, explicó que el principal objetivo de la emancipación es otorgar al menor la capacidad legal para actuar por si mismo. “Cuando un menor es emancipado obtiene la capacidad jurídica para celebrar contratos y realizar actos legales sin la intervención de los padres. Sin embargo, esta capacidad no es absoluta, ya que existen ciertos actos que requieren autorización judicial, como la venta de inmuebles a su cargo”, comentó Rodríguez.
Además, el abogado advirtió sobre los posibles riesgos que implica la emancipación si el menor no tiene la madurez suficiente para asumir la responsabilidad que conlleva. “La emancipación puede generar riesgos para los derechos del menor, pero al mismo tiempo permite que el joven desarrolle su vida personal y financiera de manera autónoma. Es por eso que debe ser un juez quien evalúe si el joven tiene la madurez necesaria para asumir esa responsabilidad. Después de la emancipación, el joven responde legalmente por sus actos como un adulto, tanto en el ámbito penal como civil”, agregó Rodríguez.
Por su parte, el abogado Juan Francisco Navarrete González, de Navarrete Consultores, resaltó el impacto que la emancipación tiene en el acceso del menor a servicios básicos como educación, salud y vivienda. “Cuando un joven se emancipa en Colombia adquiere autonomía en aspectos clave como la educación, donde conserva el derecho a estudiar, pero deberá financiar su formación. En el ámbito de la salud, será responsable de afiliarse por su cuenta al sistema de salud, ya sea en el régimen subsidiado o contributivo. En cuanto a la vivienda, podrá arrendar o adquirir propiedades sin necesidad de autorización paterna, pero deberá cumplir con las obligaciones derivadas de estos contratos, como el pago de arriendo o de hipoteca”, explicó Navarrete.
Asimismo, Navarrete detalló que el juez juega un papel fundamental en la aprobación de la emancipación, especialmente cuando no es automática, como en el caso del matrimonio o el cumplimiento de los 18 años. “El juez debe evaluar diversos factores como la madurez del menor, su capacidad para asumir responsabilidades y las circunstancias que justifiquen la emancipación. Su tarea principal es proteger el interés superior del menor, asegurándose de que la decisión no implique un riesgo para su bienestar”, indicó el abogado.
La emancipación, además, puede ser vista como una oportunidad para que el joven adquiera habilidades importantes en su proceso. La posibilidad de gestionar su propio hogar, tomar decisiones sobre su educación y bienestar, y afrontar los desafíos de la vida adulta puede ser una experiencia formativa. Sin embargo, como señaló Navarrete González, el proceso de emancipación debe ser cuidadosamente evaluado para asegurar que el joven tiene la madurez necesaria para afrontar estas responsabilidades. “No se trata solo de dar libertad, sino de garantizar que el joven pueda manejar las exigencias que trae consigo la vida adulta”, afirmó Navarrete, destacando la importancia del juicio del juez.
Antecedentes
La emancipación es un proceso que otorga a los jóvenes la oportunidad de vivir de manera autónoma, pero también implica grandes responsabilidades. A través de este procedimiento legal, los jóvenes adquieren derechos y obligaciones que antes estaban bajo la tutela de sus padres, lo que les permite tomar decisiones cruciales en su vida personal y financiera. Sin embargo, este acto irrevocable debe ser considerado con cautela teniendo en cuenta la madurez del joven.