Las dudas que asaltan a las personas que están iniciando su trayectoria profesional son numerosas. Y es que la transición de estudiante -con un camino perfectamente marcado, plazos, exámenes con contenidos acotados, instrucciones precisas para la superación de asignaturas y profesores que nos guían- a la de joven profesional en ocasiones puede dar algo de vértigo, y es que simplemente el camino de un punto a otro no está nítidamente trazado.
Este desafío, común a todas las profesiones, se ve incluso acentuado en el sector de la abogacía, caracterizado por sus muchas opciones y especialidades y por un mercado laboral altamente competitivo. Y es que los interrogantes pueden ser decenas e incluso cientos…
Si uno se plantea abrir su propio despacho, se cuestiona cómo va a ser capaz de captar clientes, a quién va a poder consultarle las dudas técnicas que tenga si está trabajando solo, cuáles son los trámites para darse de alta como autónomo, cómo va a llevar la parte de negocio de su despacho, qué especialidad va a elegir, cómo tributar… Si por el contrario el abogado se plantea trabajar por cuenta ajena, las dudas, siendo distintas, no son menores: ¿Cómo afrontar un proceso de selección de cuatro, cinco o seis fases? ¿Despacho o asesoría jurídica de empresa? ¿Cómo elegir correctamente la empresa? ¿Cómo poder ir desarrollando una faceta comercial para captar clientes? ¿Cómo gestionar un equilibrio sano entre la vida profesional y la personal? ¿Cómo superar las expectativas de tus supervisores?
Y estas dudas ya serían en el mejor de los casos, cuando el joven profesional ha decidido cómo empezar a gestionar su futuro. Sin embargo, cientos de personas salen de la etapa formativa sin tan siquiera saber qué tipo de abogacía empezar a ejercer, sin recibir esa orientación profesional tan necesaria.
Y aunque es cierto que el máster de acceso a la abogacía te prepara para ser abogado y no únicamente jurista como hace el Grado en Derecho, la preparación no suele ser suficiente para el mundo real y es que es notorio y sabido entre los jóvenes abogados que hay una gran carencia en esos conocimientos prácticos, reales sobre la vida adulta como abogado.
Conocimientos sobre cómo gestionar una red de contactos de calidad; sobre conceptos básicos de negociación, oratoria y marca personal; sobre cómo ser más efectivo buscando en bases de datos; sobre cómo mejorar la redacción de escritos judiciales; sobre las opciones laborales existentes a los dos, cinco y diez años de empezar el ejercicio de la abogacía… En resumidas palabras, sobre cómo sobrevivir con éxito a la carrera de abogado con todos sus retos, su incertidumbre y sus desafíos.
Siendo totalmente conscientes de esta realidad, desde la plataforma Abogacía Joven ICAM nos hemos propuesto un ambicioso objetivo: ayudar, apoyar, guiar y acompañar a los jóvenes profesionales en su transición de estudiantes a abogados asentados en el mercado. Para ello, se ha creado el Plan Impulso Abogacía Joven.
Este plan, que es una estrategia integral, nace de la identificación de siete necesidades claras en el ejercicio de la abogacía: en primer lugar, la orientación, inserción y desarrollo profesional como eje vertebrador de la carrera profesional; en segundo lugar, la construcción de una marca personal sólida; en tercer lugar, el fomento de unos conocimientos legales completos que permitan dar una respuesta satisfactoria a las necesidades de nuestros clientes; en cuarto lugar, la creación de oportunidades y la construcción de redes de contactos de calidad; en quinto lugar, la formación en materia de conciliación y gestión del estrés; en sexto lugar, buscamos suplir la carencia en formación en habilidades blandas como la oratoria o la negociación; y en último lugar, la faceta comercial y empresarial del abogado como gestor de un negocio y de una cartera de clientes.
Estas siete líneas de trabajo vertebrarán todos los proyectos, actividades y talleres que se organicen desde Abogacía Joven ICAM, enfocados a un público joven y buscando garantizar una formación y preparación completas.
Además, este proyecto nace con la vocación clara de crear un espacio colaborativo, en el que los propios abogados jóvenes puedan participar, detectar necesidades, compartir experiencias e impartir talleres que permitan una retroalimentación entre los abogados. Algo de todos, hecho por jóvenes abogados para jóvenes abogados.
En resumen, el éxito de un abogado no se mide únicamente por los artículos y leyes que sabe ni por los casos que gana, sino por la capacidad de adaptación, de aprender continuamente y de construir relaciones relevantes. Para ello es necesario y fundamental ser proactivo. Saber buscar apoyo cuando es necesario y nunca perder de vista nuestros objetivos.
Con estas premisas, el futuro, aunque incierto, se convierte en una fuente de muchas oportunidades y estamos convencidos de que este Plan Impulso Abogacía Joven colaborará en el aprovechamiento de las mismas.
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