Europa continúa impulsando las energías renovables en medio de la guerra de Ucrania y la crisis energética, con el objetivo de reducir la dependencia de los combustibles fósiles rusos y frenar el avance del cambio climático. En esta línea, el Pacto Verde Europeo busca convertir al continente en climáticamente neutro para el año 2050, lo que ha abierto nuevas oportunidades de desarrollo y negocio para los países de la Unión Europea. Entre ellos destaca España, cuya apuesta por el hidrógeno verde promete impulsar la sostenibilidad económica y generar mayores inversiones y empleo. No obstante, esta postura va más allá.
En los últimos años, diversas regiones españolas han apostado por el autoconsumo industrial, las comunidades energéticas y proyectos tecnológicos de vanguardia. Por ejemplo, el sector industrial está siendo clave en esta transición y ha demostrado que una economía más verde es posible, logrando mayor estabilidad financiera y de suministro, así como beneficios en términos de inversión y medio ambiente.
En el caso del autoconsumo colectivo, aunque aún tiene margen de mejora, ofrece oportunidades de crecimiento y rentabilidad. Iniciativas como la comunidad energética empresarial Manresa Ilumina, cooperativa formada por 31 empresas del polígono Bufalvent o la impulsada por Granollers Mercat, donde catorce empresas se unieron para la gestión energética compartida y lograron un ahorro de 80.000 euros, demuestran el potencial de estas acciones.
Dejar de depender de los combustibles fósiles y apostar por la electrificación de los polígonos industriales es un gran desafío para España, sus comunidades autónomas y municipios. Es por ello por lo que la participación de la Administración local podría tener la clave para fortalecer el sector y promover iniciativas público-privadas. Las oportunidades son diversas, desde la generación de energía hasta el almacenamiento, mantenimiento, comercialización y distribución. Todos estos sectores derivados de una sola iniciativa generan nuevos puestos de trabajo, promueve la innovación y desarrollo tecnológico y el ahorro de costes a largo plazo.
La modernización del sector industrial es fundamental para favorecer la competitividad y atraer a nuevas empresas e inversores, tanto a nivel nacional como internacional. Para lograr un desarrollo óptimo, es necesario contar con una legislación favorable. En este sentido, la derogación del impuesto al sol y la implementación del Real Decreto Ley 15/2018, que permitió el avance del autoconsumo tanto en hogares como en empresas, han sido decisiones positivas. Ahora, comunidades de vecinos, parques industriales e instalaciones públicas disfrutan de esta modalidad. La aprobación de leyes favorables a las renovables, desde el ámbito local hasta el nacional, es decisiva para mantener esta tendencia.
En Europa todavía está bajo debate el marco de la política energética renovable para 2030 y su período posterior. A pesar de la controversia generada en los últimos meses, la Directiva UE 2018/2001 y las estrategias relacionadas con cuestiones como el hidrógeno y el sistema energético son claras: Europa debe descarbonizar su economía y aprovechar el potencial de las energías renovables para alcanzar un futuro climáticamente neutro. Las decisiones tomadas por países como Francia, que apuesta por la energía nuclear, o la alianza entre Alemania y España, que quieren dejar la nuclear fuera de la directiva de las renovables, serán determinantes para el futuro de los Estados miembros y el potencial de crecimiento energético y económico de cada país.
Mientras tanto, España sigue enfocada en sus objetivos, como se evidencia en la proliferación de polígonos autosuficientes, el impulso al autoconsumo compartido, los proyectos de hidrógeno, el desarrollo de una red de recarga para los vehículos eléctricos y la apuesta por las fábricas de baterías eléctricas, entre otros. El potencial está ahí y para explotarlo necesitamos contar con una legislación que siga respaldándolo.