Canal de noticias de Asuntos Legales
En los últimos años, la sostenibilidad se ha convertido en un factor clave en las decisiones de compra de los consumidores. Este cambio responde a una mayor conciencia sobre los problemas medioambientales y sociales que enfrenta el planeta, como el cambio climático, la contaminación y la explotación de recursos.
Los consumidores actuales, especialmente las generaciones más jóvenes, valoran cada vez más a las empresas que demuestran un compromiso genuino con prácticas sostenibles.
Estas incluyen la reducción de su huella de carbono, el uso responsable de los recursos naturales, la implementación de cadenas de suministro éticas y la inversión en innovación para ofrecer productos y servicios más ecológicos.
Así, la sostenibilidad ha pasado de ser un valor añadido a una expectativa fundamental para muchos clientes, lo que ha llevado a las empresas a adaptarse para mantenerse competitivas y alineadas con las demandas de un mercado más consciente y responsable.
Es por esto que muchas empresas disfrazan las prácticas de sostenibilidad, para a traer clientes interesados en comprar en compañías amigables con el medio ambiente. En el mundo legal esto se llama greenwashing y, según lo estipula el Estatuto del Consumidor, tiene una multa de hasta 2.000 salarios mínimos impuestas por Superintendencia de Industria y Comercio, SIC.
Álvaro José Rodríguez, socio de la práctica recursos naturales de Posse Herrera Ruiz, aseguró que tener prácticas sostenibles está pasando de ser una decisión voluntaria a un tema más obligatorio en las empresas.
“Desde hace cuatro o cinco años a nivel internacional se ha creado una tendencia en donde los reguladores, el mercado y los inversionistas empiezan a pedir a las empresas que revelen cómo están gestionando los temas ambientales y sociales porque pueden tener impacto en el valor de la empresa”, dijo el abogado.
Agregó que los reguladores están cada vez más atentos a que las manifestaciones que hacen las empresas estén relacionadas con hechos objetivos y que no sean engaños.
Las empresas deben gestionar y revelar los impactos que las actividades de la empresa tienen sobre el entorno, esto ya no como un valor agregado, sino como una obligación.