La Comisión Europea aprobó el pasado 8 de diciembre el nuevo marco regulatorio sobre Inteligencia Artificial. Europa se convierte en el primer continente en regular esta nueva realidad.
Innovar no siempre conlleva evolucionar. Lo nuevo no siempre mejora lo anterior. La Inteligencia Artificial (IA) aterriza en nuestras vidas con varios retos humanos y riesgos legales aparejados. No se debe plantear como una sustitución operativa a métodos anteriores. Simplemente, un complemento enriquecedor de lo ya establecido. Ahora bien, conllevará una unión real entre todos los actores del sector: la industria, la ciencia, la legislación, la geoestrategia mundial y la sociedad en particular. Es mucho pedir, lo sabemos, pero alcanzable.
El nuevo marco regulatorio marca cuatro escenarios posibles en función del nivel de riesgo. El que más preocupa es el reconocimiento facial y el uso de datos biométricos. Sólo quedará permitido para uso de seguridad nacional y prevención de delincuencia.
En el ámbito de nuestra legislación nacional, se puede aportar cierta seguridad legal desde el artículo 71 del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), por el que se establece el derecho de todo ciudadano a recibir una explicación, por parte de la Administración, del tratamiento de sus datos realizado a través de algoritmos. Se afianza esta seguridad jurídica en el art. 22 (el derecho a no ser objeto de una decisión tomada a través de decisiones automatizadas, incluida la elaboración de perfiles).
Ahora bien, para entender y evitar así la parálisis por tanto análisis, primero hay que conceptualizar. Hay que partir de un parámetro básico esencial: el algoritmo como “información pública” (artículo 13 de la Ley 19/2013 de 9 de diciembre). Este matiz es fundamental a efectos de entender posteriores interpretaciones prácticas diarias (cfr. Resolución CTBG 058/ de 20 de mayo de 2021 y GAIP n.200 de 21 de junio de 2017).
La IA plantea otro escenario de gran incertidumbre social: la relación del hombre con las máquinas y su posible sustitución real en el marco laboral.
El Informe sobre el Futuro del Empleo (2023) del Foro Económico Mundial subraya que la implementación de la IA será el principal catalizador de la transformación del mercado del empleo en los próximos cinco años. Más del 85% de las empresas anticipan una (r)evolución que impactará sus operaciones y equipos.
Por eso, es especialmente relevante el siguiente dato: una de cada dos empresas anuncia que creará empleo gracias a la IA en los próximos años. Las nuevas tecnologías pueden eliminar determinados puestos de trabajo, pero también crean oportunidades totalmente nuevas. Los empleos que requieren creatividad, pensamiento crítico, resolución de problemas complejos, habilidades interpersonales e inteligencia emocional tienen menos probabilidades de ser automatizados.
Mirando hacia adelante, todo apunta a una colaboración aún más estrecha entre humanos y máquinas. La IA puede mejorar la precisión en el análisis de datos y agilizar la resolución de problemas mejorando la toma de decisiones basadas en información. También libera a las personas de labores repetitivas y les permite enfocarse en actividades más estratégicas y en construir relaciones sólidas entre los profesionales que trabajan para proyectos comunes, sean directos o equipos multifuncionales.
También hay que tener en cuenta que la eficacia de la tecnología en general y de la IA en particular depende, en gran medida, de la capacidad humana para utilizarla adecuadamente. Formular las preguntas correctas, proporcionar la información pertinente para alimentar a la IA sin sesgos y analizar los resultados antes de una toma de decisión final, son aspectos cruciales para obtener soluciones que contribuyan al progreso de cualquier organización y de la sociedad en su conjunto. Por ende, serán las personas, quienes definirán la correcta o incorrecta utilización de la IA para lograr dichos avances.
Combatir el desajuste de talento, es el gran reto de las organizaciones. El nuevo paradigma del empleo que surge de la tecnología, con gran protagonismo de la IA, es un desafío que han de afrontar todas las compañías, desde las pequeñas hasta las más grandes.
En este sentido, la demanda de perfiles IT se ha incrementado más de un 31%, pero, por el momento, no existe suficiente talento formado para la cantidad de puestos generados por las nuevas tecnologías. Esto refleja cómo la IA está emergiendo como un campo de conocimiento significativo en múltiples sectores, lo que genera una mayor demanda de expertos cualificados.
En cualquier caso, los programas de formación que cubran las necesidades de capacitación que demanda un contexto cada vez más tecnológico, deberán mantener a la persona en el centro de las decisiones, con un liderazgo distinto, con capacidad de liberar lo mejor del talento, entendiendo sus necesidades y dificultades y dando respuesta siempre desde un enfoque humanista.
Así se podrá garantizar que el sorpasso de lo tecnológico sobre lo analógico no habrá sido en vano. Si se realiza de la forma adecuada, la IA será un aliado para liderar con éxito una nueva revolución, tecnológica, social y, por supuesto, también humanista. Como diría Quevedo: “Sólo el necio confunde el valor (ideales) con el Precio (intereses)”. En definitiva, hagamos de la IA una iniciativa interesante y no interesada. Creer para crecer.
Loles Sala Aguirre, directora de people & culture de ManpowerGroup y Pedro Fdez-Villamea Alemán, responsable legal & compliance, asesor de estrategia empresarial y gestión de riesgos de Grupo Gees Spain.