El pasado 6 de julio fue la fecha límite para la transposición de la directiva CSRD (Corporate Sustainability Reporting Directive) a los Estados Miembros de la Unión Europea. Sin embargo, no todos han cumplido con esta obligación, entre ellos España. ¿Queremos una España unida e ilusionada, con un tejido industrial y empresarial potente y aguerrido, y con ello, un crecimiento nacional sostenido y con velocidad de crucero? Es un problema de concepto. ¿La solución? Se llama Industria-nación. Un binomio perfecto.
España ha decrecido un 7,3% en productividad durante los primeros veinte años del presente siglo. Sin embargo, la inversión de las empresas en innovación creció en España en el año 2022 (más de 20.000 millones de euros), según los datos de la Secretaría de Estado de Comercio y Fundación Cotec.
Toda solución estratégica conlleva, a su vez, una gestión táctica: análisis de riesgos y evaluación de impactos. Hablamos, por lo tanto, de tres sistemas claves: modelo de las tres líneas (antiguas líneas de defensa ISO 37301); sistemas integrados de gestión y el estado de información no financiera (se incluye aquí el Control General de Tecnologías de la Información: Ley Seguridad Servicios de la Información y Reglamento UE 881 de 17 de abril de 2019).
En España tenemos disponible el anteproyecto de ley por el ICAC (Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas), con el apoyo de Cuatrecasas, a falta de su aprobación formal en el Congreso y en el Senado.
La creciente importancia de los criterios ESG (con una mayor incidencia en la G de gobernanza ética) obliga a las empresas a reconsiderar sus estrategias, a realizar una profunda transformación en la gestión de sus procesos y a la implantación de nuevas metodologías internas. La directiva europea pone especial énfasis en el rol del Consejo de Administración, indispensable para impulsar el desempeño sostenible y sostenido de las organizaciones.
La directiva CSRD se presenta asimismo como una oportunidad de dificultar el oportunismo empresarial en materia de sostenibilidad, el denominado greenwashing, ya que exige una mayor claridad y calidad de la información para los distintos grupos de interés.
Resulta curioso observar que cada organización plantea un enfoque diferente en relación con la sostenibilidad. Para algunas es un mero cumplimiento normativo, un destino al que te obligan a ir, mientras otras organizaciones lo consideran un viaje, una excelente oportunidad, no sólo de generar impacto positivo en la sociedad, sino también de mejorar la competitividad empresarial.
La CSRD insta a las organizaciones a llevar a cabo un análisis mucho más detallado del impacto que tiene su actividad en el mercado, a través de un doble proceso de materialidad con el objetivo de identificar tanto los riesgos como las oportunidades del negocio. Esto no es algo novedoso para ciertas organizaciones, sino que lo llevan en su propio ADN, es algo que está implícito en sus procesos por el sector en el que operan, se encuentran en las últimas etapas del viaje, mientras que otras están comenzando a integrar la sostenibilidad de forma estratégica en sus procesos, alineada con la misión, visión y valores de la organización, encontrándose en los inicios del viaje. Y como en cualquier viaje, es crítico seleccionar muy bien los compañeros, el guía y quién establecerá la hoja de ruta.
Resulta crucial la involucración de la figura del CFO (Chief Financial Officer) en todo lo relativo a la información no financiera, impulsando una muy buena coordinación entre el departamento de sostenibilidad y el área financiera de la compañía, con el fin último de homogeneizar el reporting de ambas informaciones, generando un lenguaje común, equiparando y reduciendo la brecha respecto al grado de sofisticación de la información financiera. Este es, además, uno de los actuales focos de revisión de la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) en la información pública de las empresas, confirmar la coherencia y consonancia entre la información financiera y la de sostenibilidad.
Y una vez que las empresas conocen con exactitud el tipo de información que deben presentar e implementan los KPIs (Key Performance Indicators) relacionados, necesitan determinar su estado y disponibilidad, así como los controles a los que van a someter la información. Para ello es básico la implantación de un Sistema de Control Interno sobre la Información de Sostenibilidad (SCIIS), que sea complementario al ya existente sobre la información financiera (SCIIF). Ahí entra en juego, como el mecánico del viaje, la función de Auditoría Interna, revisando periódicamente los controles sobre la información y llevando a cabo las recomendaciones necesarias a lo largo del viaje.
En definitiva, la directiva CSRD no es solo un mandato regulatorio sin más, sino una oportunidad para que las empresas transformen su enfoque desde el desarrollo de negocio y crecimiento empresarial. España, aunque aún en proceso de adaptación, debe aprovechar esta directiva como un viaje estratégico que potencie la competitividad y responsabilidad social, asegurando un futuro de mayor crecimiento y solvencia corporativos. Creer para crecer.