La actualidad global de las regulaciones empresariales está transformando la forma en que las organizaciones operan. El cumplimiento normativo o compliance, fundamental para adherirse adecuadamente a los dispuesto por las leyes como la Ley de Delitos Económicos y la Ley de Ciberseguridad, ahora se presenta tanto como un obstáculo como una oportunidad. Estas normativas imponen estrictos estándares de ética y transparencia, obligando a las empresas a establecer controles internos sólidos y a fomentar una cultura de integridad desde la base. Esta transformación no es solo una tendencia, sino una evolución necesaria que afecta a todas las industrias, independientemente de su tamaño y sector.
Un ejemplo ilustrativo de esta transformación son cada vez más startups que han mejorado significativamente su reputación al implementar un programa de cumplimiento normativo inspirado en las prácticas de bancos, aseguradoras y empresas transnacionales.
Al adoptar estos estándares de alta exigencia, la startup no solo se destaca en su mercado como una empresa confiable y responsable, sino que también abre nuevas oportunidades para atraer inversiones y establecer relaciones comerciales sólidas. Este ejemplo pone de manifiesto cómo el cumplimiento normativo puede ser una herramienta estratégica para la diferenciación, prestigio y crecimiento empresarial, más allá de ser una mera obligación legal.
Las empresas del sector financiero han sido pioneras en este ámbito, implementando modelos de cumplimiento normativo para prevenir el lavado de dinero y la financiación del terrorismo. Estas empresas han desarrollado sofisticados sistemas de control y monitoreo que permiten detectar y prevenir actividades ilícitas de manera eficiente. A pesar de los desafíos, como la integración de nuevas tecnologías y la adaptación a regulaciones emergentes, estos modelos han allanado el camino para que empresas de diversos sectores adopten estas mejores prácticas. La experiencia del sector financiero muestra que, aunque el camino hacia el cumplimiento normativo puede ser arduo, los beneficios a largo plazo son significativos y superan con creces los costos iniciales.
La adopción de estos estándares no solo fortalece la gestión interna de las organizaciones, sino que también genera confianza entre inversores, clientes y otros grupos de interés. En un entorno empresarial cada vez más globalizado e interconectado, la confianza es un activo invaluable. Las empresas que logran demostrar un alto nivel de cumplimiento normativo y transparencia pueden diferenciarse de sus competidores y construir relaciones más sólidas y duraderas con sus stakeholders. Esta confianza, a su vez, se traduce en beneficios tangibles como un mayor acceso a capital, mejores condiciones de financiamiento y una reputación corporativa fortalecida.
Incluso las pequeñas y medianas empresas (PyMEs), aunque enfrenten limitaciones en recursos, pueden implementar medidas éticas y transparentes como códigos de ética y formación en temas críticos. Estas medidas, aunque parezcan modestas en comparación con los complejos sistemas de cumplimiento de las grandes corporaciones, son igualmente importantes.
Para las PyMEs tanto en Chile como en el mundo, establecer una cultura de integridad y transparencia no solo les ayuda a cumplir con las normativas vigentes, sino que también refuerza su reputación como entidades confiables y responsables en sus respectivos sectores. La implementación de códigos de ética y programas de formación también puede mejorar el ambiente laboral, aumentar la satisfacción de los empleados y reducir el riesgo de comportamientos indebidos.
A modo de síntesis, el cumplimiento normativo ha evolucionado de ser una exigencia sectorial a convertirse en una necesidad transversal para todas las empresas. Los estándares de gobierno corporativo establecidos por empresas cotizadas en bolsa sirven de modelo, demostrando la importancia de la transparencia, la responsabilidad social y la gestión adecuada de riesgos. Un programa de cumplimiento normativo sólido no solo protege a las empresas de riesgos legales y reputacionales, sino que también promueve un entorno de negocios ético y transparente en toda la organización. Este entorno, caracterizado por altos estándares de conducta y responsabilidad, no solo beneficia a las empresas individualmente, sino que también contribuye a la creación de un ecosistema empresarial más justo y sostenible en su conjunto.
Autor: Ariel Wolfenson Rivas
Socio Principal en Wolfenson Abogados
Ariel Wolfenson Rivas es abogado, Mastery in Negotiation de la Universidad de Harvad, Máster en Derecho de la Empresa LL.M. UC de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Máster en Derecho Público y Litigación Constitucional UDP.